El apetito por las materias primas va dejando paso poco a poco a un creciente interés por las infraestructuras y los servicios
Tomado de El País de España
De titularidad pública, vinculadas con el sector de las materias primas y con predilección por Brasil y Perú. Ese es el retrato robot de las empresas chinas con intereses en América Latina y el Caribe, una región que se ha convertido en piedra angular de su expansión exterior. Sin embargo, algo parece estar cambiando en su aproximación a la región: el apetito por las materias primas —sobre todo petróleo y minería—, aun siendo todavía significativo, ha dejado paso poco a poco a un creciente interés por otros sectores productivos, como las infraestructuras y los servicios, según el último monitor de la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China presentado recientemente en la Ciudad de México.
La presencia de China en América Latina, en otros tiempos vista con un cierto grado de exotismo, se ha convertido en moneda de cambio habitual en muchos países de la región: de Chile a México, pasando por Argentina y, sobre todo, Brasil. El gigante asiático ha pasado de tener un papel secundario a ser un actor fundamental para comprender las dinámicas económicas y comerciales de la región. Entre 2010 —cuando los flujos inversores marcaron su máximo, gracias a un ramillete de fusiones y adquisiciones vinculadas al sector petrolero argentino y brasileño, en plena escalada de precios de las commodities— y 2016, China invirtió cerca de 90.000 millones de dólares en los países del área, casi cuatro veces más que en los siete ejercicios precedentes.
Pese a la muy reciente ralentización “el dinamismo sigue siendo máximo”, subraya Samuel Ortiz, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y coautor del estudio. Buena parte de ese buen desempeño se puede achacar al desempeño positivo de dos sectores: infraestructuras y servicios. La búsqueda de materias primas, que ha supuesto el 65% de las inversiones chinas y ha creado más de la mitad del empleo imputable a estas inversiones desde 2001, sigue siendo un factor relevante. Pero, a medida que Pekín ha ido fijando sus miras en países de Asia-Pacífico en detrimento de América Latina para proveerse de minerales y otros recursos naturales, esos dos sectores han empezado a ganar importancia a marchas forzadas: aunque las materias primas siguen liderando la tabla de inversiones chinas en la región —casi siete de cada 10 dólares invertidos van a parar a ese ámbito—, en los próximos años el paulatino equilibrio de fuerzas debería ser la nota predominante.