Instrucciones para subir una escalera, por Julio Cortázar
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas.
La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente.
Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza.
Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie.
(Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria.
La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación.
Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Julio Cortazar (1914-1984)
Julio Florencio Cortázar nació en Bruselas, Bélgica en 1914. Su padre, un diplomático argentino, fue trasladado a ese país europeo por varios años, tiempo que coincidió con el inicio de la I Guerra Mundial y con el nacimiento de su hijo.
La familia Cortázar regresó a Buenos Aires cuando Julio tenía 4 años. Allí el niño realizó sus estudios de escuela y estudió el bachillerato para graduarse como profesor. Inició además estudios de Filosofía y Letras, que abandonó para trabajar y ayudar con los gastos de la casa.
Desde jovencito fue un intenso lector y se inició con la escritura de cuentos. Trabajó como maestro en una escuela rural argentina y como profesor de literatura en una universidad bonaerense, y a sus 37 años viajó a Paris, donde alcanzó su cúspide como escritor y donde falleció, en 1984.
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