Por Diana Leal K – Abril 25 2023
Hace varios años le hicimos una entrevista y escribimos esta historia sobre el maestro y artista mexicano Alfredo Arreguín, quien acaba de fallecer en la ciudad de Seattle, Washington, donde vivió y desarrolló su obra artística.
La comunidad artística latinoamericana de los Estados Unidos, de México y de América Latina extrañarán al maestro, pero su obra, que exhalta la exuberancia de la historia mexicana, permanecerá por siempre.
Durante la pandemia el maestro, como el resto del mundo padeció los estragos del encierro y así lo manifestó en los medios sociales. Por ello decidimos re editaar la entrevista y publicarla en Medialuna Magazine.
Nos pareció oportuno volver a publicar su mensaje de amor por el arte y la vida en este lapso de emergencia que padecía el mundo.
“Los últimos años de mi vida quiero pasarlos concentrado en todas las cosas hermosas que existen alrededor, que se ven cada día en todos los lugares” Alfredo Arreguín
La personalidad e historia del maestro Alfredo Arreguin es tan mágica como su arte. Nació en Morelia, Michoacán, México, donde vivió hasta cumplidos sus 13 años.
Fue hijo natural criado por sus abuelos maternos, quienes murieron cuando aún era un jovencito. Decidió salir de México hace ya casi cincuenta años para cambiar algunos trazos tristes de su infancia, que siempre recuerda, ya sin gran nostalgia pues decidió hace varios años conectarse únicamente con las cosas que le producen alegría.
Así, hablar con él es reír con él. Es como observar el color y descubrir la combinación de imágenes y la magia de sus pinturas.
Los galardones, premios y reconocimientos que Alfredo Arreguín ha recibido por su obra lo ubican en un lugar privilegiado entre los pintores contemporáneos de los Estados Unidos y porque no, de México.
La crítica ha destacado su estilo propio y lo ha nombrado artista innovador de la técnica “Patern Painting” o Modelos de Figuras, en Norte América.
Sus obras son y han sido exhibidas en algunos de los más prestigiosos lugares y museos en los Estados Unidos, como The National Museum of American Art, y el Museo Smishshonian, en Washington D.C. siendo el primer mexicano y Latinoamericano que entró a la Galería Nacional de Pintura –National portrait Gallery- de Washington.
El arte de Arreguín se encuentra en The National Academy of Sciences, The Mexican Museum of San Francisco, The Tucson Museum of Art entre otros.
Además de sus muchos premios, becas y reconocimientos por su contribución al arte y la cultura, sus cuadros son portada de “una tonelada de libros” como el mismo dice. (ver abajo premios, reconocimientos y honores.)
Sin embargo la felicidad que le produce él éxito como artista, no la compara con lo que siente cuando pinta sus “pedacitos de paraíso”, como él les llama.
Frida Kalo, por Alfredo Arreguín
Paraísos en los que, pareciera, desentraña la intimidad de la selva, de los objetos, de la materia, y en los que conjuga los elementos de manera simétrica e infinita, llenando espacios con figuras perfectas, míticas, ocultas, hasta que el observador las descubre.
En sus cuadros el pintor mexicano busca representar mundos dentro de otros mundos. “Cuando uno cree que hay un espacio vació, otra cosa resurge allí”, dice.
“Todo viene de mi niñez,” dice, y cuenta como mamá María, como solía llamar a su madre, le pintaba figuritas de colores que el llevaba a la escuela y vendía o cambiaba por dulces.
Recuerda el día en que su abuelo se iba de viaje y lo llevó a la estación del tren para despedirlo.
_”lloré tanto que decidió llevarme”.
Y llegaron nieto y abuelo a un pueblito verde, en Michoacán, llamado Canoas, donde según Alfredo, la naturaleza era perfecta.
El estilo de Arreguín empezó a consolidarse después de que Elmer Bischoff, profesor visitante de la universidad de Washington viera algunos dibujos que había hecho antes de iniciar su postgrado de bellas artes. _”Y entonces porque estás haciendo esto que no tiene nada que ver contigo?” le preguntó Bischoff.
Arreguín se afianzó pintando su arte colonial mexicano, la riqueza indígena de las culturas Mayas y Aztecas, sus vírgenes con cara de indias, sus retratos de personajes mexicanos que se refunden en la frondosidad de la selva, en las hojas de los árboles de Michoacán y Guerrero.
“Es como estar al otro lado” dice el maestro al describir lo que siente cuando trabaja. “Yo me meto aquí, me salgo allá, pienso una cosa, luego viene otra. Nada estructurado.
_”Encuentro la felicidad pintando porque hace parte de mi intuición”.
Las cosas sencillas son las que le atraen: “Por ejemplo voy al parque y veo los cuervos, que me encantan, y me imagino pintando una bola de cuervos. O las golondrinas; no es que piense voy a hacer esto o aquello para atraer, o hacer una exposición.
Es que también jugaba ajedrez cuando era niño, y en la universidad aprendió perspectiva y arquitectura, dice al querer explicar la combinación de figuras simétricas dentro de sus paisajes. _”Entonces yo puedo en mi fantasía utilizar este formato”.
Así es como pinta. Y se pregunta a si mismo, _Y cuando salgo de mi pintura? Y el mismo se responde: es como un choque, porque allá no encuentro juicios, ni egos, ni prejuicios.
En 1979 fue elegido para representar a los Estados Unidos en el XI Festival de Pintura, en Cagner-sur, en Francia, donde ganó el premio “Palm of the People.”
The National Museum of American Art por intermedio del Smithsonian National Portrait Gallery, de Washington, DC, le compró el Tríptico (sueño-Dream: Eve before Adam) para hacerlo parte de su colección permanente. Otra de sus obras “Regreso a Axtlán” es parte de la colección de los dos museos.
“Washingtonia” una de sus obras ganó el premio para representar la celebración del centenario del estado de Washington en 1980.
Sus cuadros continúan adornando, hablando, recordando, haciendo pensar
Arreguín continúa viviendo en Seattle con su esposa Susan, quien también es pintora. Ella acompaña a Alfredo en sus viajes y “me da la tranquilidad para pintar”, añade él. Viven en la misma casa de ladrillo, en la esquina de un barrio residencial de clase media, de paredes de colores que terminaron de pagar con el dinero que el Smithsonian le dio a Arrequín por el tríptico. La misma casa donde ha pintado ya por varias décadas y que decoran con artesanías y arte mexicano, y con sus cuadros que hablan, que recuerdan, que hacen pensar.
-Y además de ser famoso y feliz, ha hecho dinero?
_”Más de lo que pensé. Vivimos una vida muy cómoda (con Susy). Cualquier cosa que queramos, si vamos a viajar viajamos. “Es muy bueno cuando se es rico vivir como pobre” contesta riendo.
Arreguín dona y ha donado varias de sus obras a museos que no tienen recursos para comprarlas: entre los museos que han recibido sus donaciones está el Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce de Morelia, The Smithsonian National Portrait Gallery en Washington D.C, La Universidad de San Nicolas De Hidalgo, en Morelia, The National Mexican Museum, en Chicago, IL, The Mexican Museum en San Francisco, CA y The National Cultural Center en Albuquerque, New Mexico.
Y cuando ve a los trabajadores mexicanos, a los humildes buscando trabajo en la calle, se siente identificado con ellos?
Claro que sí, dice, “A mí me interesa darle ánimo a la comunidad y al mismo tiempo contribuir.” También le entusiasma promover la educación para los niños mexicanos; porque quiere que conozcan su historia {la de México}. Por esto obtuvo recientemente un premio en Morelia. “Por ser un buen embajador de su país”.
Ha sido galardonado y reconocido en varias ocasiones y por distintas organizaciones, no sólo por su obra. (ver abajo condecoraciones). Este año recibirá un premio en Chicago por “ser un modelo de los inmigrantes”. En Julio de este año va a entregar un premio a los trabajadores mexicanos del Hipódromo, en Washington, que son muchos, y luego será él condecorado por su labor.
Hablando de México, de Morelia, le gustaría regresar?
“Pensé que una vez estuviera bien económicamente iba a comprar una casa allá, pero es como si quisiera regresar a la cantina donde goce tanto con mis amigos. Ya mis amigos no están, sin embargo todo el resto sigue siendo igual. “Parece que nada cambia en Morelia.”
Pero cuando visita su ciudad natal se siente como en su casa; al igual que cuando está en Chicago, o en Arizona. Dice disfrutar cualquier lugar porque en todas partes encuentra muchas cosas que le encantan.
“Cuando regreso aquí {a Seattle} también estoy feliz!”
Qué le hace falta hacer Maestro?
_“Mi arte se sigue difundiendo. Mis imágenes andan flotando donde quiera, y todo me está viniendo tan rápido,” dice con tono de humildad.
_”Los últimos años de mi vida quiero pasarlos concentrado en todas las cosas hermosas que existen alrededor. Que se ven cada día en todos los lugares. Seguiré
pintando hasta el final” afirma el maestro Alfredo Arreguín, seguro de que tendrá muchas más razones para seguirlo haciendo.